1. La afición al sonido de alto desempeño parece desmedida para el grueso de la población. Poca gente entiende que una persona se gaste decenas de miles de dólares en un amplificador o en unas bocinas y menos entiende que el resultado sonoro provoque emociones fuera de proporción.
2. Y es que las emociones resultan pasiones y algunas llegan al extremo de patologías. Son la respuesta de nuestra mente (y nuestro cuerpo) a un estímulo que sobrepasa la cotidianeidad.
3. Cabe acotar que hay personas auténticas en la exacerbación de sus sentidos, y otras más, solo lo hacen por cubrir apariencias, por el sentido de pertenencia a un círculo de amistades o conocidos, y unos más, por subirse al tren de la moda.
4. Aunque para algunos parezca exageración, la respuesta de un sistema de audio bien calibrado puede generar emociones que se acercan a la reproducción musical en vivo. Muchos audiófilos afirman que ese podría ser su objetivo mayor.
5. En esta búsqueda permanente por sonidos casi perfectos, los entusiastas del audio son cazadores de frecuencias y ruidos y también lo son de los anhelados armónicos. Se frustran cuando encuentran graves que retumban; toman como un reto la disolución de “hum y hiss” en su línea de corriente alterna. Y muchos de ellos, compiten (aunque no lo admitan) por el reconocimiento de tener “oídos de oro”.
6. Los audiófilos conocen y aprecian palabras de su lenguaje particular: extensión de frecuencias, aire entre instrumentos, profundidad, altura, soundstage, balance tonal, cuerpo, dinámica y microdinámica, naturalidad, intelibilidad, coloración, calidez y un largo etcétera.
7. Una sesión con estos personajes requiere concentración y un porcentaje de seriedad. Se sientan en un sillón colocado estratégicamente (el cual no debe moverse en ninguna circunstancia) y proceden a escuchar de manera crítica una canción o un segmento corto de una pieza musical, la mayoría de las veces con los ojos cerrados. Imaginando y recreando la magia musical dentro de la cabeza.
8. Muchos de ellos tienen su material musical cuidadosamente seleccionado para sorprender gratamente a los visitantes. Compran discos de vinil con sello de disquera audiófila y son capaces de tener 5 versiones del mismo álbum.
9. Semana a semana se van turnando en el club audiófilo. Uno a uno presenta su sala para develar sus actualizaciones por mínimas que sean: el cambio de un cable, la colocación estratégica del subwoofer, el efecto de las nuevas cortinas… Es importante la aprobación constante del grupo.
10. Se divierten y es lo importante. Cuando la sesión comparte risas y sonrisas, la cosa le hace bien a la salud mental. Desconectarse de problemas de la casa y el trabajo a cambio de dos horas de placer auditivo bien vale la pena. La afición compartida es emoción social y eso seguro que nos hace más felices.
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