Los integradores audiovisuales siempre son llamados al último de un proyecto arquitectónico. Así ha sido desde décadas atrás, así es hoy y esperemos que esto cambié en el futuro.
Tal vez el primer motivo es que el integrador no está en la mente del arquitecto o desarrollador, porque no ha entendido lo valioso del trabajo de un integrador y porque no le da el valor ni al proyecto, ni a la tecnología.
Pensemos en una residencia de lujo en México, una que esté valuada en 100 millones de pesos y ahora reflexionemos sobre el costo de los equipos A/V de entretenimiento para la casa, que podría representar una venta de 1 millón de pesos. Estamos hablando que la parte AV apenas representa el 1% del valor total de la casa. ¿Por qué hablamos de porcentajes tan bajos?
Si el arquitecto y el dueño entendieran la plusvalía que puede ofrecer un completo sistema de integración de tecnologías, incluyendo sistemas de automatización, esa cifra podría multiplicarse por 3 o por 5. Aquí el tema clave es que entiendan que las tecnologías existen para generar experiencias y eso es lo valioso.
El objetivo de las empresas de integración es conseguir un asiento en la mesa al principio del proceso como socio del arquitecto.
Los integradores deben facilitar la experiencia. Todo lo que se hace en los proyectos de sistemas de audio y video tiene que apoyar un flujo de trabajo y un proceso. La tecnología es simplemente un facilitador.
Ahora… si sabemos que el promotor de las experiencias es el integrador, ¿por qué es relegado? Las cuestiones relacionadas con la tecnología audiovisual no suelen plantearse durante las fases iniciales del diseño del edificio.
El asunto es que los arquitectos tienen un timeline, un calendario muy definido donde en cada etapa se van integrando los subsistemas como el eléctrico, el hidráulico y sanitario, etcétera. Extrañamante los sistemas AV (entretenimiento, control, confort o seguridad) no se les da el mismo valor. La realidad es que los integradores no se incorporan hasta una fase muy avanzada del proceso. En ese momento, ya se han elaborado las especificaciones y la oferta se dirige a quien pueda ofrecer el costo más bajo (a veces en detrimento de su propia empresa).
Hay una razón intrinseca: muchos arquitectos, desarolladores o constructores “piensan” que los sistemas AV pueden ser comprados en tiendas departamentales e instalados fácilmente mediante WiFi. Muchos de ellos, incluso “creen” que pueden comprarlos ellos mismos y así ganar más dinero.
Avanzados en el proyecto y cuando el dueño empieza a pedir soluciones más y más avanzadas, los arquitectos se dan cuenta que requerirán de un experto. Generalmente esto sucede en una fase muy tardía, cuando ya se han cerrado plafones y paredes, cuando cada parche cuesta tiempo y dinero.
Durante la instalación, conseguir la aprobación de un presupuesto extra para piezas que no estaban incluidas en el pliego de condiciones es casi imposible, y mete al arquitecto en problemas con el cliente.
Es simple decirlo, pero se pueden presupuestar 200,000 pesos en el anteproyecto y podrían ser aprobados sin mayores aspavientos (en una obra de 50-100 millones de pesos), en cambio, pedir 50,000 pesos extras durante la construcción puede ser una pesadilla y causar mucha frustración.
El integrador debe hacer sentir su presencia antes de empezar cualquier obra. De hecho, debería presentarse ante los despachos de arquitectura para mostrar su expertise y sus soluciones para generar experiencias a partir del buen uso vanguardista de la tecnología.
Cuanto mejor y más abierto esté a la hora de comprender esas consecuencias imprevistas, y cuanto mejor pueda comunicarlas, más valioso será para los arquitectos. Un mayor valor conducirá a una mayor confianza, lo que llevará a una introducción más temprana en el proceso de diseño.
El integrador debe ponerse en contacto con los arquitectos, tanto si tienen una nueva oferta como si no. Debe explicar los nuevos conceptos tecnológicos y cómo afectan a otras áreas.
Debe construir esa relación para que, cuando llegue el momento en que el arquitecto explore la tecnología en el diseño de un nuevo edificio o casa, ese integrador sea la empresa a la que llamen porque saben que pueden contar para ver el panorama general de sus proyectos de sistemas de audio y video propuestos.
Una vez que el integrador haya establecido esas relaciones y se hayas ganado un puesto en la mesa, es hora de entender cómo encaja el diseño tecnológico en el proceso de diseño estándar de los arquitectos.
El proceso de diseño
Luego el integrador deberá entender el proceso de trabajo de un despacho de arquitectura. Debe acoplarse a que todo debe ser medible y cuantificable, que sus soluciones creativas y que generan experiencias también deben caber claramente en una hoja de cálculo.
Los arquitectos necesitan saber todo lo que tiene un impacto especial para poder hacer las cuentas y calcular cuánto espacio se necesita en el nuevo edificio o casa.
El modelo de costos de los arquitectos debe ser imitado por el integrador para determianr las expectativas financieras. Y también deberan documentar todas y cada una de las necesidades tecnológicas de forma narrativa.
Adicionalmente los integradores deben crear una matriz de responsabilidades con fechas bien delimitadas: ¿quén planifica?, ¿quién documenta?, ¿quién presupuesta?, ¿Quién compra?, ¿quién instala? y ¿quién verifica que todo funcione tal cual se pidió?
Esta fase de presupuestos todavía permite cambios, mismos que deben marcarse en papel y siempre informar al arquitecto y responsable de obra.
El desarrollo del diseño
En esta fase ya hay muchas reuniones del arquitecto con el dueño del lugar o con los usuarios finales de un espacio. Aquí hay muchos cambios porque se afinan requerimientos y datos. Si todo se hizo bien desde el principio, los costos del trabajo del integrador AV deberían estar incluidos en esta etapa, de otra manera empezarán graves problemas de presupuesto para el arquitecto o constructor y limitará notablemente las soluciones, la tecnología y la instalación.
La documentación de la construcción
Ahora ya se tienen los planos finales. Los integradores ayudan entregando la información más detallada sobre el sistema y costos.
Es aquí donde se genera el catálogo de especificaciones, el cual en teoría debería cumplirse al 100%. Y el integrador debería asegurar que todo fluya de acuerdo a calendario con el arquitecto.
Es preciso recordar que -generalmente- el arquitecto es quien lleva la relación y que el integrador deberá respetar eso. No puede “saltarse” al arquitecto para hablar con el dueño o el usuario final sin el permiso del arquitecto, de otra manera quedará excluido para siempre con esa firma y su área de influencia.
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